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Si estás en la última situación es importante revisar el presupuesto y ver dónde se está yendo la plata y dónde es posible reducir algunos gastos.
Ejemplos:
Revisa cuánto es lo máximo que puedes destinar a estos ítems y define acciones para tratar de reducirlos y ajustarte a tus ingresos.
Ejemplos:
Considera también que no todos los meses son iguales, ya que hay gastos que se producen en ciertas fechas del año como: la navidad, contribuciones, matrículas, etc. por tanto, hay que considerar los gastos esporádicos e incluirlos en tu presupuesto anual, así evitas sorpresas y que “se te aparezca marzo”.
Es un registro formal (no el que algunas personas llevan “en la cabeza”) y sistemático de los ingresos y gastos de tu familia.
El presupuesto se confecciona para el mes y también para el año ya que todos los meses no son iguales y algunos meses presentan mayores gastos para los cuales debemos prepararnos.
Hay gastos habituales (comida), esporádicos (vacaciones) e imprevistos (un tratamiento dental de urgencia).
A su vez también están nuestras necesidades (salud, comida), los gustos (que todos nos queremos y debemos dar cuando podamos) y los caprichos (aquellos gastos innecesarios en cosas que no necesitamos).
Para ayudarte a construir tu propio presupuesto, te sugerimos partir desde adentro hacia fuera:
DENTRO (casa y vida familiar): arriendo, gastos comunes, contribuciones, cuentas de servicios básicos, educación, alimentación y comunicaciones, salud, vestuario, etc.
FUERA: gastos varios, transportes, esparcimiento y recreación, etc.
Es muy importante que tu meta de ahorro ocupe el primer lugar de tu presupuesto.
Una vez determinado tu propio presupuesto, empezamos a completarlo con la información: lo que se gasta realmente en cada uno y el tope que podemos gastar dados los ingresos familiares.
Hay gastos que son un dato para la familia (la mensualidad del colegio, por ejemplo) y su monto no es optimizable o reducible.
Sin embargo, es impresionante las gestiones que se puede hacer para reducir – vía un mejor consumo o negociando tarifas, tasas o pagos – en gastos tales como: renegociar el plan de celular, controlar el consumo de agua, negociar una mejor prima de seguro o refinanciar tu hipotecario con una mejor tasa y CAE.
Siempre es posible reducir en algún grado los gastos fijos.
Lo importante es que los ingresos y gastos totales de la familia sean controlados mediante un presupuesto. Puede ser en conjunto o por separado ya que algunas familias prefieren “repartirse” algunas cuentas.
Lo importante es que haya coordinación entre las personas que manejan el dinero de la familia para lo que ahorre una no lo gaste el otro.
Ser realista con los ingresos, no sobreestimar algún tipo de bono por recibir o comprometer gastos con ingresos futuros que pueden ser inciertos, como por ejemplo: una comisión por venta importante.
Revisa tus liquidaciones de sueldo y si hay ingresos variables, una buena alternativa es planificar con promedios de ingresos pero siempre considerando que puede haber meses muy buenos o malos y ello no necesariamente se repetirá todo el año.
Tus finanzas son como una empresa: sabes lo que ganas y en que gastas. Así, no solo te permite ahorrar sino que prevenir eventos imprevistos, cubrir alguna emergencia y evitar el endeudamiento innecesario y, muchas veces, caro como por ejemplo los avances en efectivo.
Revisa los ingresos que recibe tu familia por sueldos, comisiones, boletas, etc. y regístralos para todo el año.
En paralelo, estudia tus gastos promedio de 3 a 4 meses y así tendrás un panorama más claro respecto a cuánto y en qué gastas.
Ingresada esta información en tu presupuesto, determina en qué áreas estás gastando más de lo que tus ingresos te permiten.
No. Hay familias que incluso usan un cuaderno. Una planilla Excel es muy recomendable ya que te ayuda con los cálculos y puedes ir registrando mes a mes y años anteriores para revisar cómo han ido tus finanzas a lo largo del tiempo.
Varios bancos, Cajas de Compensación e instituciones como el SERNAC cuentan con herramientas disponibles, las que son de uso bastante amigable.
Lo más recomendable es tener un presupuesto de uso mensual para que veas tus avances, mejoras y desafíos para lograr ajustarte a tus ingresos y comenzar a ahorrar.
En paralelo es conveniente tener un presupuesto anual, el que no es difícil de construir ya que se basa en el mensual, pero ahora incluimos todos los gastos esporádicos. Muchos son conocidos (matrícula, patente, contribuciones) y otros, con un pequeño vitrineo y análisis, bastante estimables (lista de útiles, gastos para navidad, etc.).
Es importante tener controlados los gastos que no se dan todo el año, así evitamos excedernos de nuestros ingresos o asumir deudas no deseadas y , tal vez, evitables.
La idea no es que sea una carga pesada adicional a las propias de la vida laboral y familiar.
Te recomendamos ir registrando tus gastos y revisar como te fue al cierre de cada mes y ahí sacar conclusiones para el mes siguiente, como por ejemplo: ¿Nos pasamos este mes? ¿En qué? ¿Qué gasto dejar para el mes subsiguiente?
En los gastos variables entre los que se destacan: alimentación, vestuario y los conocidos como gastos varios (aquellos gastos en que se nos va el dinero y, a fin de mes, no sabemos en que se nos fue el dinero).
Para esto define tu lista de compras de alimentos y el rango de dinero a gastar de acuerdo a tus ingresos y determina cuánto, en promedio, puedes destinar a vestuario.
Recuerda que siempre habrá ofertas, todos los meses, por lo tanto puedes esperar para gastar cuando tu presupuesto lo permita (a menos que tengas alguna real urgencia).
Al empezar a controlar y gestionar tus gastos, descubrirás que siempre puedes reducir algunos y evitar gastar demás. Esta es la base para el ahorro que te permitirá comenzar a juntar dinero para tus proyectos.
Te sugerimos definir una meta de ahorro, por pequeña que sea, y que sea el primer “pago” a hacer en el mes. De esta forma, generamos la sana disciplina de ajustar nuestros gastos a lo que ganamos.
¿Cuál es el beneficio? Además de ahorrar, evitar el alto costo del endeudamiento, recuerda que los intereses que pagas salen de tu bolsillo.
El IPC mide la inflación mensual, es decir cuanto suben los precios de los bienes y servicios que necesitamos (alimentos, vivienda, salud, transporte, etc.). Al subir los precios nuestro dinero vale menos ya que alcanza para comprar menos cosas y por ello es importante no solo tener un presupuesto sino que también, por ejemplo, lista de supermercado y tratar de comprar donde es más barato a fin de hacer rendir mejor la plata.